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16 ago 2025
23:35
Bolivia está ante un momento decisivo. La fragmentación de la izquierda, el ascenso de la derecha tradicional y un profundo descontento social trazan un panorama en el que el próximo gobierno tendrá la difícil misión de reconstruir confianza y estabilidad.
La elección de hoy domingo 17 de agosto de 2025 confronta a dos figuras consolidadas: la izquierda y la derecha. Los supuestos de la derecha con niveles de apoyo similares, mientras que la izquierda, debilitada, no presenta una alternativa sólida.
El descontento se concentra en los jóvenes, que representan el 40 % del electorado y muestran un desencanto profundo con los actores tradicionales. La campaña, marcada más por las redes sociales que por las calles, visibilizó este protagonismo juvenil, ya no limitado a la militancia, sino expresado en debates, cuestionamientos y fiscalización activa. La política digital expuso lo peor de la desinformación, pero también abrió una ventana inédita de participación democrática.
El país enfrenta, además, una crisis económica severa, una inflación cercana al 25 %, reservas en picada, escasez de combustibles, falta de dólares, alza de precios en los mercados y un déficit fiscal creciente. Ni hablar de Potosí, una ciudad inflacionaria. Ningún candidato, por sí mismo, podrá resolver estos problemas estructurales en un tiempo prudente; se requerirá liderazgo, reformas de fondo y, sobre todo, responsabilidad compartida entre Estado y sociedad.
Esta jornada será crucial para la democracia. El voto es el instrumento más poderoso para construir un país más fuerte. Y no se equivoca. Estamos en el Bicentenario, aunque raleados del billete y la moneda, en el fin de una era política marcada por el populismo hegemónico y sus excesos; pero el cierre de un ciclo no garantiza automáticamente un nuevo comienzo.
Potosí debe seguir marcando la línea económica, aunque muchos no comprendan que nuestro Cerro Rico está por colapsar por el entreguismo del sistema. Pero —siempre el “pero”— la riqueza que ostenta el departamento, ahora con el litio, siempre será importante. El riesgo de repetir errores, con nuevas formas de caudillismo o demagogia, sigue latente. Pero, ahora, decidimos en las urnas.
Por ello, potosinas y potosinos, la responsabilidad del votante es suprema. No basta acudir a las urnas; hay que hacerlo con lucidez, evaluando propuestas, coherencia y capacidad de gestión. No se trata de escoger entre nombres, sino de optar por un rumbo más coherente para esta tierra mil veces bendita que heredamos. ¿Más control o más libertad? ¿Más intervencionismo o más responsabilidad ciudadana? ¿Perpetuar un sistema agotado o abrirnos a un modelo de desarrollo abierto y competitivo?
Hoy, domingo, decidimos si seguimos atrapados en la escasez, la inflación y la incertidumbre, o si nos atrevemos a construir una Bolivia distinta, donde la innovación, la educación y la producción sean motores de desarrollo, y donde la ley proteja, en lugar de asfixiar, la libertad ciudadana.
Desde Las Ultimitas creemos que el voto es, a la vez, un acto de libertad y de compromiso con las próximas generaciones. No está en juego únicamente quién gobernará los próximos años, sino el tipo de país que queremos ser en las próximas décadas. Bolivia merece un futuro donde el trabajo honesto sea el camino hacia la prosperidad y donde la democracia, con todas sus imperfecciones, sea siempre el terreno firme sobre el cual avanzar.
Somos parte del rico Potosí, del mundo el Tesoro, y envidia de los traidores, saqueadores y de un Estado que margina al poderoso Potosí.
Las Ultimitas/Potosí
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