Cultura
13 may 2025
13:40
El Salar de Uyuni, ese océano blanco que parece tocar el cielo, sigue siendo un imán imparable para el turismo internacional. Cada día, entre 50 y 100 vagonetas atraviesan el altiplano boliviano rumbo al deslumbrante desierto de sal, cargadas de turistas que llegan desde los rincones más remotos del planeta.
Omar Pérez, jefe de operaciones de turismo del Gobierno Municipal de Uyuni, afirma que más de 500 visitantes arriban a diario a la ciudad, con una presencia predominante de europeos y asiáticos, cautivados por la majestuosidad del salar. “Es una cifra que sigue creciendo”, asegura.
El movimiento turístico deja un impacto económico significativo: alrededor de 50.000 dólares diarios se generan entre hospedajes, gastronomía y servicios, dinamizando la economía local.
Aunque la temporada de lluvias casi concluye y el célebre efecto de espejo del salar ha comenzado a desvanecerse, el flujo de turistas no se detiene. Ahora, con cielos más despejados y una mayor presencia de visitantes latinoamericanos. Uyuni sigue consolidándose como una joya natural que no conoce temporada baja.
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